Medio: La Razón
Fecha de la publicación: viernes 21 de enero de 2022
Categoría: Organizaciones Políticas
Subcategoría: Democracia interna y divergencias
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10 años después de la Revolución de abril 1952, el partido dirigido por Víctor Paz Estenssoro empieza a arriar sus grandes postulados y junto a eso, comienzan los faccionalismos con los grupos encabezados por el propio Víctor Paz, Hernán Siles Suazo y Wálter Guevara Arce. Para entonces el MNR ya no era ni la caricatura del partido que había introducido el Voto Universal, la Reforma Agraria y la Nacionalización de las Minas y al bajar las grandes banderas de abril, cada caudillo decidió crear su latifundio partidario para llevar tras suyo a los grupos del MNR residual.
En este 2022 algo parecido está sucediendo en el otro partido transformador que tiene a su cargo la conducción de Bolivia. Desde algunos rincones ocultos alguien está moviendo tenebrosos hilos que hacen tocar los tambores de la división en el MAS-IPSP, abriendo la posibilidad de ruptura y división en el movimiento más importante de la historia contemporánea de Bolivia.
El golpe de 2019 ha sido derrotado en las calles y en las urnas con la salida de Jeanine Áñez y Murillo del poder. Sin embargo, la señora usurpadora al parecer también golpeó al MAS, dejando en la Casa Grande del Pueblo un peligroso virus (más letal que el de la COVID-19), que a lo largo de la historia ha destruido gobiernos e imperios. Ese virus es el apetito de poder, sed de poder (por no usar una frase aún mas vulgar) que ahora se cierne como amenaza sobre el MAS y desde luego puede minar la estabilidad del gobierno de Luis Arce Catacora.
Difícil imaginar un proceso de la magnitud del que está teniendo Bolivia desde el 2006 sin tensionamientos internos, aunque es fundamental entender hasta dónde puede llegar una discrepancia y en qué momento la misma debe ser controlada y cerrada. Solo basta imaginarse qué habría sido de la China si después de 1949 Mao Tse Tung no se hubiese jugado todas las cartas para mantener la unidad de su partido.
En ese gran país Mao Tse Tung y los principales dirigentes del Partido Comunista Chino tomaron conciencia de qué era lo que podría ganar China frente al mundo con los comunistas unidos y qué perdería si se anidaba la división y los faccionalismos. No hay que olvidar que en ese momento aun morían millones de chinos de hambre en las zonas rurales, porque el pan escaseaba y el hambre era la mayor amenaza para tirar abajo al nuevo gobierno.
Ese contexto obligó a la alta dirigencia del PCCH a negociar internamente y cuidar por sobre todo la unidad del partido conductor de la Revolución China, el partido que ha convertido al país más poblado del planeta en la primera potencia económica mundial.