Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: miércoles 19 de enero de 2022
Categoría: Organizaciones Políticas
Subcategoría: Democracia interna y divergencias
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A medida que se acerca el 22 de enero, instituido en 2010 como el Día del Estado Plurinacional por el expresidente Evo Morales, es inobjetable que crece la pugna interna en el MAS, alimentada por los intereses de grupos que componen el oficialismo.
Lo que ha dejado entrever esta estructura interna fue la fulminante destitución del viceministro de Régimen Interior, Nelson Cox, quien presuntamente era el candidato a ministro de su área en representación de una de las corrientes más fuertes en el oficialismo, la del expresidente Evo Morales. En el masismo, hay actualmente disputas por espacios de poder de al menos cuatro bloques.
La primera facción tiene como líder al presidente Luis Arce; se trata de un frente de perfil tecnocrático, de convicciones estatistas en lo económico, que controla grandes espacios políticos y técnicos del gabinete y que trata de simbolizar la renovación; son los masistas de la nueva generación, que se ven a sí mismos como capaces de sacar al país de las crisis económica, sanitaria y judicial y que sostienen una fuerte confrontación con los seguidores del expresidente Evo Morales.
El segundo bloque es el de Morales, que en tanto grupo se autodefine como el “poder social” del masismo, sustentado por los sindicatos cocaleros y otros grupos corporativos urbanos y rurales, con un perfil más político que técnico; quieren volver al gabinete, bajo el argumento de que cuentan con experiencia en la gestión, pero internamente son cuestionados por pertenecer a la “vieja rosca” partidaria que condujo a una crisis política en 2019.
La tercera línea, para sorpresa de la “rosca”, es la que encabeza el vicepresidente David Choquehuanca, de orientación más indigenista, enraizada en lo andino y de discurso milenarista, pero con fuertes bases, por curioso que parezca, en Santa Cruz. De esta tendencia han salido los dardos más letales contra los adláteres de Morales, a quienes niegan cualquier pretensión de volver al poder y les piden que se jubilen, para dar paso a los nuevos cuadros.
Una cuarta corriente está encabezada por el presidente del Senado, Andrónico García; si bien se dice que representa a las juventudes masistas, tiene aún un perfil insondable.
No sorprende que en medio de este tramado de intereses internos en el oficialismo el exvicepresidente Álvaro García Linera haya expresado que Morales piensa que aún “puede actuar como presidente” y que Arce toma decisiones sin consultar con Evo, lo cual revela el tutelaje cocalero en el ejercicio del poder.
El MAS, ¿va hacia una implosión, que dejará dividido al oficialismo? No olvidemos que nuestra historia política está llena de partidos que se autoproclamaban como monolíticos, pero que terminaron atomizados.
Lo preocupante es que mientras se escenifican las disputas internas del masismo, las crisis económica, sanitaria y judicial avanzan inexorablemente por falta de gestión.