Medio: El País
Fecha de la publicación: jueves 16 de diciembre de 2021
Categoría: Autonomías
Subcategoría: Departamental
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La mesa permitió trazar horizontes comunes para el país, pero las dos grandes ausencias (Arce y Camacho) amenazan su estabilidad y utilidad
- Redacción Central / El País
- 16/12/2021 00:00
Mal le pese a Carlos Mesa y su aparato mediático, la oposición real al Gobierno de Luis Arce está en las regiones. Con federalismo o sin federalismo, no habrá un cambio ni un proyecto diferente al del Movimiento Al Socialismo – y tal vez tampoco el del Movimiento Al Socialismo – si no tiene en cuenta las diferentes realidades de la plurinacionalidad, que no son exclusivamente los pueblos indígenas, como algunos pretenden, sino los departamentos con todas sus complejidades.
Esto lo saben los gobernadores y también lo saben algunos estrategas del Gobierno que hábilmente convocaron el Consejo Nacional de Autonomías e hicieron el lobby para que asistieran todos y socapar así el cabildo potosinista convocado para la misma fecha y que acabó en moderado fracaso.
La reunión fue un dulce para el Gobierno en la coyuntura, ya que recibió respaldo para la Ley del Plan de Desarrollo - cuestionada por la oposición - y recibió respaldo para toda la estrategia anticovid a pesar de las múltiples falencias que vuelven a aflorar. Esto no quiere decir que el Gobierno tenga vía libre para hacer lo que quiera, al contrario: el Consejo Nacional de Autonomías se configura en el escenario elemental para consensuar y negociar políticas, incluyendo seguramente el Pacto Fiscal, por encima de una Asamblea Plurinacional que lleva demasiados meses dando vueltas en círculo, sin ser efectivos en nada.
La mesa en sí es una buena noticia, porque después de lo sucedido en 2019 Bolivia lleva demasiado tiempo corriendo hacia el abismo sin tener muy claro hacia dónde pretende llegar si no es hacia otra confrontación violenta, que por cierto ya se evitó ese año cuando parecía mucho más difícil que se frenara.
Claro que en la reunión hubo dos ausencias vitales que representan esa otra Bolivia de la confrontación:
Uno fue el presidente Luis Arce, que fue quien invitó, decidió marcharse a la reunión del ALBA en Cuba sin disculparse, como observó el gobernador tarijeño Óscar Montes, y que no parece estar tan dispuesto a pactar nada.
El otro fue el gobernador cruceño Luis Fernando Camacho, que priorizó el cabildo de Potosí para acabar no llegando en lo que fue una metáfora sobre su capacidad y conocimiento real del territorio que pisa.
Por esto es necesario que el país encuentre mesas de diálogo amplio donde no todos estén de acuerdo, donde las fuerzas puedan equilibrarse y los negociadores tengan algo más que perder que unos diputados fácilmente comerciables, como ha quedado en evidencia.
Es importante que el país discuta con sus regiones, que encontremos formas de integrarnos mejor y eso se hace fundamentalmente a través de proyectos que unan, de desafíos que le hagan bien al país y no solo busquen la gloria de uno u otro partido político.
Para sentarse en una mesa no es necesario que todos piensen lo mismo, tal vez sí que amen lo mismo, y en este caso es la viabilidad de Bolivia lo que está en juego. Sin exageraciones.