Igual que al día siguiente de una farra desenfrenada los juerguistas toman conciencia de sus excesos y tratan de mitigar las consecuencias, mientras los vecinos se los reprochan, el oficialismo se empeñaba ayer en desmarcarse de las amenazas formuladas por el máximo líder de la Central Obrera Boliviana (COB), en el cierre de la “marcha por la patria” convocada por el presidente del MAS para “defender la democracia y apoyar al Gobierno”.

Ni la multitud que llegó a La Paz el lunes, ni el recorrido de una semana hasta esa ciudad desde Caracollo, ni el despliegue logístico de vehículos y servicios de alimentación que demandó la mentada marcha, ni los discursos del Presidente del Estado y de su jefe partidario tuvieron el impacto y repercusiones de lo proclamado por el Secretario Ejecutivo de la COB:

“Cuidado, carajo, iremos a nacionalizar todas las empresas de Santa Cruz (…) si nos provocan, carajo, aquí estamos. Cuidado nos provoquen porque esta marcha se puede trasladar a Santa Cruz y vamos a ir tomar las fábricas, las industrias (…) somos los nacionalizadores”.

Las amenazas del líder sindical incomodaron a todos. Varios masistas prominentes, además del portavoz de la Presidencia, se apuraron a desmarcarse de ésas y a establecer cierta distancia entre su partido, el Gobierno y quien las formuló. Aunque todos intentaron recuperar el frenesí del cobista para alimentar su retórica polarizadora: “somos los buenos”, todo lo que hacemos está bien y quienes nos cuestionan son los malos y nos desestabilizan.

Para los cívicos cruceños, esas amenazas son “inadmisibles, reprochables e inconstitucionales” y “sólo intentan generar un clima de odio, división y convulsión”. Los líderes políticos opositores tienen un juicio similar al respecto.

Los empresarios alertan sobre las consecuencias de la amenaza. “Los discursos de confrontación que ponen en cuestión derechos fundamentales como la seguridad jurídica y las advertencias sobre temas tan delicados como la afectación de la propiedad y la libre iniciativa privada ocasionan incertidumbres, desincentivan la inversión y destruyen el clima de negocios”, lamenta la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia.

“Creemos que son momentos de euforia que han llevado (al dirigente de la COB) a una declaración que no es una declaración feliz”, resume un líder empresarial. Los oficialistas evocan también el “calor del momento” al tratar de justificar el ímpetu del sindicalista.

Un ímpetu siempre vigente en su jefe máximo que ayer advirtió: Cuidado que los compañeros decidan irse a Sucre finalmente, hasta que metan a la cárcel a los golpistas, cuando reclamaba por la demora en los procesos que impulsa el oficialismo en contra de exautoridades y de dirigentes que participaron en los paros recientes en rechazo a una ley y a un proyecto de ley, finalmente anulados.