Medio: El Deber
Fecha de la publicación: martes 23 de noviembre de 2021
Categoría: Conflictos sociales
Subcategoría: Marchas, bloqueos, paros y otros
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Las dos últimas semanas con el paro convocado por los gremiales y
transportistas apoyados por los comités cívicos, pero principalmente por la
población boliviana, se han desnudado situaciones que, si bien ya se sabía y
tal vez analizado, mostraron la realidad política que vamos viviendo en los
últimos tiempos.
La pregunta de cómo ha sido posible que una Ley (la 1386) se hubiera
aprobado y sancionado en agosto de este año sin que los diputados y senadores
de las agrupaciones ciudadanas con representación parlamentaria llamadas de
oposición no hubieran gritado las alarmas del contenido de esa ley y las
consecuencias para la ciudadanía en general. Podrán argumentar que se
manifestaron y reclamaron hasta desgañitarse durante la consideración de esa ley
dentro de las paredes de las cámaras de Diputados y Senadores, la realidad es
que el pueblo no se había enterado y lo hizo después de más de tres meses de su
promulgación ante los análisis del contenido perjudicial para el pueblo en
general de esa ley.
¿Qué pasa con los representantes nacionales que fungen como senadores y
diputados de oposición? De inicio, son representantes designados por
agrupaciones políticas, pero no por verdaderos partidos políticos que tengan
ideología, formación programática y respaldo en su actuación parlamentaria.
Reconocemos que los senadores y diputados actuales hacen lo que mejor pueden
hacer según su leal saber y entender, pero sin esa formación ideológica que les
da un partido político. Las agrupaciones políticas ciudadanas actúan de acuerdo
a las circunstancias, reaccionan de acuerdo a lo que se presenta ese momento,
no tienen ningún sustento ideológico y de formación política. Lo que no ocurre
en la vereda del frente, en el que el partido de gobierno no solo es un partido
político con ideología y pensamiento único de acción, también es un movimiento
que mueve masas, lo que le da un plus político preponderante.
Quienes se hacen sentir para contrarrestar esa avalancha de leyes,
disposiciones legales y otros, impuestos por el partido de gobierno, es el
ciudadano común, el ciudadano de a pie, que aglutinados en corporaciones
gremiales o de transporte y con la participación de instituciones cívicas,
enfrentan la avalancha de ese movimiento que tiene el poder. Hace sentir su
presencia, hace respetar sus derechos constitucionales y consigue y obtiene lo
que reclama, a través de acciones de hecho como los paros y los bloqueos, que
en este caso, se hace más de tres meses después de vigencia de la Ley 1386,
justamente porque los que debieron en su caso alertar y hacer conocer
desmenuzadamente los argumentos dañinos de esa norma legal, que eran los
diputados y senadores que tuvieron que participar en el tratamiento de la
misma, no lo hicieron y tampoco sus agrupaciones políticas que los respaldan,
porque seguramente estaban distraídos en reclamar o argumentar otras cosas.
Ya se sabía, pero se confirma que hasta mientras no exista un nuevo
pensamiento político o varios, con ideología y formación programática, con
proyectos para encarar a largo plazo la conducción del Estado, que responda a
las actuales necesidades políticas del país con un plan y proyecto político e
ideológico, será difícil estructurar una oposición seria. Necesitamos
estadistas con visión de construir un país, no caudillos que actúan por
reacción, no por previsión y menos visión de futuro. La realidad es que va a
seguir siendo muy difícil, con la única verdad irrefutable que al final es la
voz del pueblo que actúa de manera directa, ante la falta de partidos políticos
serios y con ideología.