Medio: El Deber
Fecha de la publicación: miércoles 17 de noviembre de 2021
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
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Finalmente, la Asamblea Legislativa Plurinacional aprobó la abrogación
de la polémica Ley 1386 que movilizó al país hasta obligar al presidente Luis
Arce a tomar la decisión de hacerlo, y después el presidente en ejercicio,
David Choquehuanca, promulgó la norma que deja sin efecto la anterior.
Y ocurrió no sin incidentes y provocaciones innecesarias en un trámite que pudo
realizarse de una manera más normal y sin revanchismos que en momentos de
crisis podrían evitarse.
El Movimiento Al Socialismo usó su mayoría en ambas cámaras para
incorporar en las consideraciones de la ley el argumento de que se da curso a
la abrogación para evitar que se deponga al gobierno.
Textualmente se dice que se abroga la Ley de Estrategia de Lucha contra
la Legitimación de Ganancias Ilícitas “a efectos de que no existan pretextos
para seguir paralizando nuestra economía y no haya forma de que grupos
minoritarios, que responden a intereses particulares y extranjeros, que emplean
grupos parapoliciales y paramilitares, del mismo modo en que lo hicieron
durante el golpe de Estado de 2019, nuevamente pretendan deponer un Gobierno
elegido en las urnas con más del 55 por ciento, valiéndose de violencia,
desinformación, hambre y luto de nuestro pueblo”.
La redacción provocó nuevos desencuentros, esta vez entre legisladores
del oficialismo y oposición, porque estos últimos entendieron que esos
conceptos dejan la puerta abierta para que el MAS criminalice la protesta y a
los ciudadanos que participaron del paro multisectorial que logró la
abrogación.
La justificación habla de “grupos minoritarios que responden a
intereses particulares y extranjeros, que emplean grupos parapoliciales y
paramilitares”. ¿De qué se trata todo eso? Si no fuera porque la redacción es
del MAS, tendría que pensarse que se refieren a las milicias que aparecieron en
Las Londras, un caso del que hasta ahora no hay ni un solo detenido.
O tendría que pensarse que se refiere a los grupos de simpatizantes del
MAS que recorrieron avenidas cruceñas a bordo de camionetas incautadas al
narcotráfico y que estaban en custodia de la Dirección General de Registro,
Control y Administración de Bienes Incautados (Dircabi), sembrando violencia a
su paso, y de los cuales tampoco hay ni un solo detenido.
Una vez más se habla de “golpe de Estado de 2019” y de supuestas
intenciones de deponer al gobierno de Luis Arce.
No se puede ir muy lejos sin la verdad; la mentira tiene patas cortas,
dice la expresión popular. Y eso es exactamente lo que aplica a esas
trasnochadas expresiones que nacen del revanchismo del derrotado y que no
favorecen al restablecimiento del clima de paz que el país necesita con
urgencia.
Esas actitudes anuncian, tristemente, que en Bolivia nada cambia, que
ni siquiera un dramático paro de nueve días en Santa Cruz con el resultado que
ya se conoce, alcanza para hacer comprender a la fuerza política mayoritaria
que el camino correcto es otro y que debiera incluir el diálogo y la búsqueda
de acuerdos.
Lo ocurrido en las últimas horas en la Asamblea Legislativa es un mal
augurio para los siguientes días. El partido gobernante pierde la oportunidad
de demostrar que otra forma de administrar el país y sus leyes es posible, como
aprendizaje de su derrota en las calles, y el país pierde la ocasión para
respirar en paz y abrazar una esperanza.