Medio: El País
Fecha de la publicación: lunes 15 de noviembre de 2021
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Judicial
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Sin voluntad política no es posible encarar una reforma judicial porque
ni al Gobierno ni a los políticos les interesa este proceso, en consecuencia,
el rol de la sociedad civil es fundamental para “arrancarle” al poder político
una transformación institucional, sostienen dos juristas.
El exmagistrado del Tribunal Constitucional, José Antonio Rivera y el
abogado Arturo Yáñez, intercambiaron criterios sobre la mentada necesidad de
una reforma judicial en el país en el tercer conversatorio de la ANF: La
vergonzosa deriva de la justicia, el que contó con la participación del abogado
Gonzalo Mendieta en la moderación.
Yáñez a lo largo del diálogo insiste que la “voluntad política” es una
pieza clave para avanzar en la reforma del Órgano Judicial, porque de lo
contrario por muchos esfuerzos que existan no cambiará absolutamente nada en el
país.
No es la primera vez que se habla de la necesidad de reformar la
justicia, a lo largo de la historia hubo intentos, algunas han tenido relativo
éxito. “La reforma penal empezó muy bien, pero terminó peor de lo que había
empezado”, comenta el abogado.
Considera que “es clave la genuina voluntad política”, es decir, que se
“requiere de una política de Estado sostenible, ni siquiera a mediano sino a
largo plazo y eso es lo que ha fallado en Bolivia”.
Por su parte, el exmagistrado del TC José Antonio Rivera repasa que la
crisis judicial viene de hace décadas y que para resolver esa situación se
realizaron intentos de reformas parciales “con ciertas finalidades e
intenciones políticas”. Aunque en los últimos 15 años “entró de picada esta
crisis hasta tocar fondo”.
Plantea que la crisis judicial sea enfrentada a partir de tres
componentes, desde una visión del “sistema judicial estatal”: normativo,
jurisdiccional y profesional. Lo que permitirá avanzar no solo en una reforma,
sino en una “transformación” de la justicia.
Lo que “supone –primero- una voluntad política, de la sociedad civil,
de los actores políticos, pero para mí fundamentalmente de la sociedad civil,
porque a los actores políticos no les interesa mucho (la reforma) (…). Al
gobierno no le interesa la transformación de la justicia”, subraya.
Argumenta que el desinterés del Gobierno se entiende porque los “jueces
son funcionales a sus propósitos” para “desplegar una persecución selectiva con
fines políticos”, es decir la justicia actualmente carece de independencia.