Medio: El Deber
Fecha de la publicación: lunes 15 de noviembre de 2021
Categoría: Conflictos sociales
Subcategoría: Marchas, bloqueos, paros y otros
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
Con el paro cívico multisectorial ha recobrado actualidad el derecho a
las protestas sociales pacíficas, que se encuentran protegidas por la
Constitución boliviana y el sistema interamericano (Edison Lanza, Relator
Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, Informe 2019). La “protesta social” o “manifestaciones
públicas” incluye toda acción individual o colectiva dirigida a expresar ideas,
visiones o valores, oposición, denuncia abuso de poder o reivindicaciones
políticas, sociales o culturales, apoyo o crítica al propio gobierno, la
reacción a una política o la denuncia de un problema público.
El derecho a la libre manifestación y a la protesta pacífica son
elementos esenciales del funcionamiento y la existencia misma del sistema
democrático, así como un canal que permite a las personas y a distintos grupos
de la sociedad expresar sus demandas, disentir y reclamar respecto al gobierno,
a su situación particular y cumplimiento a los derechos políticos, económicos,
sociales, culturales y ambientales.
En el sistema interamericano se pone de relieve una fuerte
interconexión entre el derecho a la libertad de expresión y el derecho de
reunión y el derecho a la protesta social. Las reuniones y manifestaciones
desempeñan un papel muy dinámico en la movilización de la población y la
formulación de sus reclamaciones y aspiraciones, pues facilitan la celebración
de eventos y ejercen influencia en la política pública de los Estados.
El derecho a la protesta también se encuentra fuertemente asociado a
las actividades de defensa de los derechos humanos, incluyendo demandas de
reconocimiento, protección o ejercicio de un derecho. Y se recurre a las
protestas para reaccionar ante hechos puntuales de violencia, desalojos,
cuestiones laborales u otros eventos que hayan afectado derechos. Estas
manifestaciones constituyen una vía por la cual se busca tanto la
elevación del piso de garantía de derechos fundamentales a nivel nacional, como
la incorporación de una amplia cantidad de derechos en el desarrollo progresivo
del derecho internacional de los derechos humanos. Y se encuentra fuertemente
asociada a demandas de reconocimiento, protección o ejercicio de un derecho
político como el de elegir y ser elegido en procesos electorales limpios y
transparentes como fue por ejemplo la revolución de las pititas en Bolivia.
Los derechos a la libertad de expresión, reunión pacífica y asociación
no sólo garantizan la promoción de los derechos sociales, culturales y
ambientales sino también la identidad de grupos históricamente discriminados,
como el caso de las mujeres, que han salido a las calles para reclamar la
protección de sus derechos. La protesta juega un papel central igualmente en la
defensa de la democracia, la voluntad popular y los derechos humanos.
La Comisión IDH reconoce que en distintas circunstancias las protestas
interrumpen y afectan el normal desarrollo de otras actividades, pero esa
situación no vuelve per se ilegítimas a estas formas de expresión. La protesta
tiene como una de sus funciones canalizar y amplificar las demandas,
aspiraciones y reclamos de grupos de la población, entre ellos, los sectores
que por su situación de exclusión o vulnerabilidad no acceden con facilidad a
los medios de comunicación y a las institucionales de mediación tradicionales.
El sistema interamericano busca contribuir al mejor entendimiento de
las obligaciones estatales dirigidas a garantizar, proteger y facilitar las
protestas y manifestaciones públicas, así como los estándares que deben
enmarcar el uso progresivo y como último recurso de la fuerza en contextos de
protesta. Y subraya que los manifestantes tienen la libertad de elegir la
modalidad, forma, lugar y mensaje para llevar a cabo la protesta pacífica, y
los Estados la obligación de gestionar el conflicto social desde la perspectiva
del diálogo.
La sociedad civil organizada, asociaciones de vecinos, entidades
religiosas, centros de enseñanza, institutos de investigación; los sindicatos y
asociaciones profesionales; los partidos políticos y los movimientos sociales
viabilizan estos procesos de reivindicación y expresión, en el marco de sus
estrategias para la promoción de sus ideas e intereses o de defensa o promoción
de derechos.