Las fuerzas que militan en el bando gubernativo tuvieron grave división en la fase del acto electoral del pasado año, dando lugar a la aparición de serios antagonismos en su seno. Durante este primer año de gestión del actual gobernante, es notoria la pugna interna que dio lugar a la aparición de distintas facciones.

El jefe de ese partido político acusó a algunos de sus subordinados como autores de una infidencia que hizo posible en su reemplazo el advenimiento de opositores a la función de gobierno, razón por la cual les impuso un estatuto inflexible y severo para evitar transfugios.

El vigor con el que actualmente dominan los funcionarios que llegaron al poder político por el voto popular, demuestra que los enfrentamientos políticos internos en ese ámbito no tienen importancia.

Utilizaron las tradicionales reglas constitucionales de igualdad, independencia y separación de los Poderes del Estado, como cebo para atraer hacia su órbita de carácter autocrático a los ingenuos, cándidos y crédulos para hacerles creer que son guardianes de la forma de gobierno democrática, participativa, representativa y comunitaria.

El sector de oposición está actualmente representado por personas que idearon unirse coyunturalmente para fines de acceso a funciones en el Poder Legislativo, teniendo como marco de referencia su animadversión al equipo contrario.

No son portavoces de doctrinas políticas o ideológicas coherentes, pues propiamente no tienen la condición de militantes de partidos políticos existentes, con programas para fines de función de gobierno ni adeptos capacitados para la función pública.

Cuando se convocó a elecciones para renovación de los poderes Ejecutivo y Legislativo después del fracaso del anterior acto electoral, las parcialidades de ese sector no presentaron un único candidato sino varios y entre ellos dos expresidentes de la república y una presidenta en ejercicio de funciones, que luego retiró su candidatura.

Se supone que los parlamentarios de ese sector, integrantes de dos parcialidades, se brindaron sin coacción alguna a actuar con criterio patriótico para hacer viable el gran anhelo de recuperación de nuestro régimen democrático desaparecido el año 2009. Lamentablemente, jamás se unieron en concordia, y recientemente pasaron a discordia de manera vergonzosa.

Felizmente existen, en la Asamblea Legislativa, bajo banderas de la oposición, jóvenes de ambos sexos que actúan con visión de estadistas y genuino criterio democrático. Ellos están en condiciones de fundar un nuevo partido político de raigambre auténticamente constitucional con quienes son adherentes de las agrupaciones que conforman la alianza opositora vigente.