Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 10 de noviembre de 2021
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
Dirección Web: Visitar Sitio Web
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Desde el inicio de las protestas convocadas por el sector gremial y transportista el lunes, hemos visto decenas de arrestos, represión policial desmedida y grupos de choque atacando a personas protestando. Es inevitable notar cómo, incluso pese a los pedidos de autoridades como la diputada Luciana Campero, las autoridades del MAS no han condenado la violencia de grupos de choque que dicen apoyar al gobierno. También es evidente el contraste entre los más de 150 detenidos en los últimos dos días por participar de las protestas y ningún detenido por el secuestro armado de periodistas hace dos semanas.
El gobierno actual parece estar adoptando una de las formas más efectivas de control en política, la misma que usan las dictaduras en Venezuela y Nicaragua para controlar a la población: el miedo. Lo bueno es que, gracias a la tecnología, los jóvenes hoy tenemos acceso a información de noviolencia que enseña cómo contrarrestar y superar el miedo del que depende el autoritarismo. Se pueden continuar las protestas, siempre desde la noviolencia, venciendo al miedo e inclusive usando la represión a ventaja nuestra.
La teoría de noviolencia explica que debemos aceptar la realidad de que regímenes autoritarios reprimen las protestas con altos grados de violencia y, por ende, es importante prepararse para esto con buena planificación. La meta final es que la represión sea contraproducente para el gobierno al evidenciar su abuso, reforzando la veracidad de las denuncias de quienes protestan. Una de las mejores lecciones de esta técnica es que la opresión a protestas es mucho menos intimidante y efectiva cuando sabemos qué esperar. Lo desconocido asusta, lo común y conocido deja de causar miedo en nuestra mente. Por eso, es importante conocer nuestros derechos y aprender qué ocurre durante una represión, en vez de actuar de forma impulsiva o agresiva frente a efectivos policiales o gubernamentales. Escuchar a quienes ya han sido reprimidos antes (en estas protestas u otras, que en el país hemos tenido muchas) es una forma positiva de crear lazos y conocimiento, aprendiendo la mejor forma de protegerse a uno mismo y a otros de forma pacífica.
Otro elemento importante para contrarrestar la represión es documentar todos y cada uno de los arrestos ilegales o uso excesivo de fuerza por parte de funcionarios policiales o militares, porque esa documentación puede ser usada después ante instancias internacionales para tener pruebas del abuso del gobierno. Caso contrario, si no documentamos y denunciamos arrestos o abusos, los gobiernos autoritarios asumen que pueden arrestar a cuantos quieran sin perder nada. Tenemos que hacer que la represión y arrestos, independientemente de cuántos sean, les resulten contraproducentes. Lo mencionado en esta columna son sólo algunas tácticas, pero hay mucho más material de noviolencia sobre cómo manejar la represión. Por eso es importante educarnos más sobre noviolencia.
Quienes protestamos no podemos controlar ni evitar la represión violenta del gobierno, pero sí podemos controlar cómo reaccionamos ante esa violencia antes, durante y después de la represión. Una preparación apropiada para documentar y reaccionar sin violencia hace una gran diferencia en nuestra seguridad y ánimos del movimiento. Una respuesta rápida, a veces incluso de retirada, priorizando nuestra seguridad hace la diferencia entre cuántos números de personas tendremos para seguir protestando después. Y finalmente, la denuncia rápida y bien respaldada del abuso puede ser el mejor antídoto para que el gobierno autoritario frene sus propias fuerzas para salvaguardar su imagen internacional. Sobre estos pasos, prima la unidad tanto en números como en mensaje: Mientras más seamos y mejor unidos estemos en estrategias de noviolencia, no hay opresor que pueda obligarnos a obedecerlo. El gobierno puede intentar generar miedo, pero nosotros decidimos qué sentimos por Bolivia, independientemente de qué hagan ellos. No puede haber miedo donde hay unidad.