Medio: El Deber
Fecha de la publicación: lunes 08 de noviembre de 2021
Categoría: Conflictos sociales
Subcategoría: Problemas de gobernabilidad
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En el mes de
noviembre de 2019 Evo Morales renunció a la Presidencia después de una
concatenación de hechos políticos. Un año después, en 2020, Luis Arce juró como
nuevo presidente electo y otorgó un cierto grado de certidumbre por el apoyo
alcanzado en los comicios nacionales; sin embargo, y otra vez, en noviembre de
2021, se prevé un potencial de conflictos sociopolíticos incentivados por un
paquete de normas como efecto de decisiones del Gobierno central que generan
incertidumbre política, malestar social y desincentivan la confianza en el
discurso presidencial.
¿Por qué son
recurrentes las escaladas de conflictos sociopolíticos entre los años 2019 y
2021 en Bolivia?
El MAS tiene
predominio electoral territorial, pero ha perdido su hegemonía política
nacional. Me explico. Su estructura partidaria es la primera fuerza política en
procesos electorales nacionales y subnacionales. Desde hace más de una década
gobierna en la mayoría de los municipios del país, los cuales se constituyen en
recursos de poder para desplegar su discurso político y generar una coacción
sicológica en sectores populares y colectivos indígenas originarios. Sin
embargo, aún no puede establecer una articulación política entre el Estado y la
mayor parte de la sociedad civil boliviana para orientar a los ciudadanos y
dirigir el Gobierno con legitimidad (aceptación) a través de un marco de ideas
y arquitectura normativa, por eso no es hegemónico.
Si entendemos que la
política surge de la escasez, los conflictos y el deseo de habitar dentro de un
entorno social predecible, el MAS aprovechó la escasez de propuestas
alternativas de los partidos opositores al proceso de cambio en las elecciones
de 2020 y, además, hábilmente reconoció como oportunos los conflictos generados
por las políticas erradas del Gobierno transitorio de Áñez durante la primera
ola de la pandemia para volver a tener predominio electoral; empero, su
propuesta política de habitar en un entorno predecible ha quedado rezagada por
las circunstancias generadas desde el seno de gobierno y, por ende, ha truncado
su intención de volver a tener una hegemonía política nacional.
Los diversos
sectores que iniciarían el paro nacional desde el 8 de noviembre: gremios de
comerciantes informales, sindicatos de transporte, médicos, comités cívicos,
universidades públicas, plataformas ciudadanas y Conalde, como forma de
protestar contra el paquete de normas (Ley 1386 y proyecto de Ley 342), son una
prueba fehaciente de que el MAS no sabe generar consensos en una sociedad
abigarrada.
Lo preocupante es
que el Gobierno, aprovechando su control legítimo sobre el monopolio de la
violencia (Estado), azuza a las organizaciones populares y colectivos
indígenas, que son la base de su predominio electoral, como forma de construir
una trinchera ideológica y medir fuerzas con los grupos sociales movilizados
que no necesariamente son opositores al partido gobernante, pero sí críticos
con la pretensión de tener un control policiaco sobre la sociedad.
El malestar social
causado por las decisiones políticas autocráticas e invasivas con la propiedad
privada que tienen como trasfondo el control político de los actores políticos
opositores, no tiene retorno, salvo que el Gobierno nacional, si pretende
reconquistar su hegemonía política, proponga mesas de diálogo y consenso con
los diversos sectores involucrados (oficialistas y opositores) antes de aplicar
leyes impopulares.